Los acontecimientos que celebramos en esta Semana Santa del “Año de la Misericordia” son una historia intensa, dramática, viva; pero sobre todo muy actual. Esta historia, humana y divina a la vez, es una historia de mucho sufrimiento, pero con un final feliz, porque las cosas de Dios nunca terminan mal.

 

             Quizá fuera bueno que en estos días abriéramos bien los ojos y miráramos. Con frecuencia la rutina, el cansancio, las  preocupa-ciones... no nos dejan apreciar y sentir la vida que transcurre a nuestro lado.

 

      El día de Jueves Santo mira el pan y vino hechos Amor, convertidos en Cuerpo y Sangre de Cristo. Pero no te quedes sólo mirando la mesa, el altar, el sacramento... Mira también esas otras mesas donde falta pan y vino, esos otros altares donde se sufre y padece, esos otros sacramentos de Cristo que son los pobres. Ahí también es Jueves Santo.

 

 

           

       El día de Viernes Santo mira la cruz, toca la cruz, adora la cruz y a quien representa. En ella está clavado el Amor. Y a la vez que haces esto, mira también las otras cruces del fracaso, de la enfermedad, de la muerte... Acércate con delicadeza, pero sin miedo, a tocar el dolor de cada hermano sufriente. Adora esa cruz única y personal que Cristo colocó en tu vida para poder hacerte discípulo suyo. Ahí también es Viernes Santo.

 

       

       El día Sábado Santo, mira el sepulcro, haz silencio y llora. Hay tanto para llorar... Pero no llores por Cristo muerto, él no necesita lágrimas, ni compasión. En cambio si las necesitan tantos muertos vivientes que a nuestro lado están sepultados por la droga, el alcohol, la violencia, la falta de trabajo, las injusticias... Ahí también es Sábado Santo.

          

Y finalmente el Domingo, el día de Pascua, no busques entre los muertos al que vive. No mires el sepulcro porque ahí no encontrarás al Resucitado. Más bien, en ese día, cierra los ojos para verlo por dentro, sentirlo, gozarlo... Y luego gritar y comunicar esta alegría a los que todavía no lo ven, porque en sus vidas hay mucho dolor y muerte. Esto es Domingo de Pascua.

 

 

            Este, es el programa de vida que te proponemos para esta Semana Santa, la cual tiene que estar toda ella iluminada por la misericordia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

 

PP. Santiago Alcalde; Juan Antonio Caramazana; Ángel Rodríguez